miércoles, 10 de agosto de 2016

Mi camino hacia el ateísmo: Etapa 9/9

Leer etapa 8


Etapa 9: Ateo militante.


Hace un tiempo leí el blog de una chica (que desafortunadamente no pude encontrar para citarlo hoy) en el que confesaba que le daba algo de risa que la calificaran de "atea militante" cuando todo lo que hacía era editar algunas imágenes y promoverlas en redes sociales, nada comparado con la militancia política en la que anduvo un tiempo, siempre con el riesgo de ser detenida, manteniéndose en la clandestinidad y con miedo permanente a ser descubierta o a que le hicieran daño a su familia.

En ese sentido, la actual militancia atea deja de merecer esos elogios, a menos que se esté en países en los que el ateísmo es delito, o en lugares en donde de facto te vuelves blanco de violencia, persecución y acoso.  Si bien en Colombia aún hay lugares así, por fortuna no me ha tocado moverme en ellos.

No sabía entonces si era preciso llamar militante a esta novena etapa, o sería mejor llamarla "Ateo explícito", "ateo fuerte", o algún otro término del espectro.  Sin embargo, y partiendo del hecho de que aún no me encuentro totalmente inmerso en esta etapa pero parece indicar que hacia allá voy, me decanté por este término porque, además, está muy basado en la ciencia (yo tengo formación científica), y es más pragmático que, digamos, un ateísmo centrado meramente en la filosofía.  Partamos entonces de su definición enciclopédica:

El ateísmo militante es un término aplicado al ateísmo que considera la religión como algo falso y además pernicioso. El ateísmo militante tiene al ateísmo como doctrina a propagar y difiere del ateísmo moderado en sostener que la religión es dañina para el individuo y la sociedad.
Para aterrizar un poco esto, digamos que para el ateísmo moderado está claro que cada persona (ateos incluídos) tiene derecho a tener sus creencias, practicarlas y vivir conforme a ellas, y que no es conveniente invadir el terreno ocupado por la esfera personal de las creencias de otros.  Pero en medio de ese mar de esferas está una "tierra de nadie" que se refiere a la vida familiar, comunitaria, de toda la sociedad y todos los espacios posibles: Académico, laboral, de ocio, etc.  El ateísmo militante tiene su propia idea de qué hacer con esa tierra de nadie, y los diferentes movimientos religiosos también. Para usar el término que el propio Papa Francisco usa con temor, las iglesias ven esa tierra de nadie como un terreno a colonizar (o a re-colonizar, porque lo han estado perdiendo) y el ateísmo militante quisiera justo lo contrario: Expandirlo, e incluso invadir esferas privadas.

¿Y cómo encajé yo en medio de esto?  La mayoría de las veces bastaba con continuar defendiendo mi esfera, pero a través de mi trabajo con profesores me vi forzado a desestimular la idea de colonizar para la cristiandad esa tierra de nadie que felizmente crece y crece, evitando invadir las esferas personales ajenas en el proceso. Nada del otro mundo.  La militancia ha llegado con la necesidad de defender la tierra de nadie cuando se están discutiendo temas políticos, económicos, del derecho o incluso pedagógicos (mi área de trabajo) y aparecen los argumentos religiosos como el que aparece en una casa limpia con las botas embarradas.

Recientemente se ha debatido en Colombia temas polémicos como el matrimonio igualitario, derechos LGTBI y despenalización del aborto.  Cuando fui profesor de argumentación, traté algunos de estos temas como ejercicio después de enseñar los tipos de argumentos, un puñado de posibles errores en argumentación y cómo no caer en ellos.  Inevitablemente, el tema nos conducía a reconocer y evitar los argumentos de autoridad que derivaran en diversos tipos de falacias.  Eso desapasionaba el debate y reducía el impacto de las opiniones de la iglesia, sus representantes o algunos fieles demasiado fieles, además de centrar el debate en lo que verdaderamente implicaba, y no en quién dijo algo y qué ocultas intenciones tendrá al decirlo.

Pero un salón de clase es un entorno demasiado controlado para realizar la tarea.  El verdadero reto está en esas dos selvas llamadas REALIDAD  y  REDES SOCIALES, dependiendo de qué tantas ganas tengamos de implicarnos y sumergirnos en ellas.  La mayoría de las veces no quiero involucrarme, pero en otras siento que no me queda opción (Como con el actual debate por las cartillas de identidad de género y los manuales de convivencia y todas las asociaciones ocultas que ha despertado) y entro a debatir aunque ya sepa que será  como hablar contra la pared.  No voy a andar en cruzadas para ateizar religiosos, pero tampoco me quedaré indiferente cuando decisiones que me afecten como ciudadano se tomen con criterios religiosos.  Por ejemplo:




Aquí, y en la intervención de iglesias promoviendo el No en el plebiscito por la paz,  ya se están metiendo en mi esfera y ya se despierta mi militancia, y me convenzo de que la religión es falsa, perniciosa y dañina para el ser humano y la sociedad, y que hay que empezar a movese para que no avance. --

Queda una última entrada que publicaré pronto, será un epílogo para este otro viaje: el de haber repasado un poco de mi historia para dejarla por escrito.

No hay comentarios.: